Nuestra mente es una herramienta increíblemente poderosa… para bien y para mal. Es capaz de concentrarse, crear, aprender y resolver problemas. Pero también es la misma que nos empuja a posponer tareas, procrastinar, distraernos o tomar decisiones equivocadas.

En otras palabras: con las señales adecuadas, el cerebro ejecuta las acciones correctas. ¿Te imaginas enviarle a tu hijo las señales necesarias para que estudie cuando debe, se organice mejor y mantenga hábitos productivos? Es posible.

Contenidos de la página
1. Define objetivos claros para activar la motivación
Antes de hablar de técnicas de estudio o productividad, hay que responder una pregunta clave: ¿Qué quiere conseguir tu hijo o hija?
La mayoría de adolescentes no lo tienen claro. De pequeños saben decir “quiero ser bombero, veterinaria o astronauta”, pero en la adolescencia, con los cambios hormonales y la presión social, las metas se vuelven difusas. Y cuando algo requiere esfuerzo… muchos cambian de objetivo por otro que les parezca más fácil.
Tu papel como madre o padre:
- Habla con él o ella regularmente sobre sus metas.
- No hace falta que sean objetivos súper específicos al principio, pero ayúdale a concretarlos poco a poco.
- Pregúntale qué pasos puede dar hoy para acercarse a su meta.
“Sin portería, no hay victoria”, les digo a mis alumnos cuando hablamos de esto. ¿Os es que algún equipo ganaría un partido de fútbol sin porterías? .
2. Los 3 pasos que recomienda la neurociencia para lograr objetivos
1. Poner una fecha límite
Un sueño con fecha se convierte en objetivo. Si tu hijo plantea algún objetivo, pregúntale: ¿y qué plazo te das para conseguirlo?. Sin una fecha, no hay urgencia y será más difícil actuar.
2. Dividir en pasos e hitos concretos
Crea un plan con metas intermedias y sus correspondientes fechas. Cumplir cada paso genera motivación y demuestra que el plan funciona. Si falla en uno, simplemente ajustad el siguiente para evitar frustraciones.
3. Ejecutar el plan (aunque cueste)
La ejecución es la parte más difícil. La fuerza de voluntad se agota, por eso es clave aprender a activar “clics mentales” que le ayuden a vencer la pereza, la falta de concentración o el desánimo.
No te fíes de los típicos titulares de “3 hábitos para duplicar tu productividad en un mes”. Mejorar el rendimiento requiere compromiso y constancia.
3. La productividad es un músculo que se entrena
Las técnicas de estudio y de productividad están por todas partes en internet, pero lo importante es convertirlas en hábitos duraderos. Ahí es donde la mayoría se queda atascada y piensa que “esto de la productividad es un cuento chino” o «las técnicas de estudio suponen mucho esfuerzo».
Cuando las pones en práctica, con constancia y compromiso, llegas a dominarlas. Y entonces, el cambio es imparable:
- Trabajas menos, pero mejor.
- Obtienes mejores resultados.
- Te sientes más motivado y seguro cada día.
A mí me llevó meses (y mucha ayuda de mentores) descubrirlo. Hoy, trabajo un 40% menos que hace 8 años… y gano un 20% más.

Mi objetivo con Estudiantes Productivos es que tú no tengas que pasar por todo ese proceso para ayudar a tu hijo o hija. Poco a poco iré compartiendo estrategias prácticas que puedas poner en práctica de forma inmediata (la constancia será cosa tuya/suya).
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