Vivimos en una era cómoda en muchos aspectos.
Piénsalo bien:

- Antes, si querías ver una película, tenías que esperar a verla en la tele o en el cine. O, como poco, esperabas a que estuviera disponible en el videoclub. Ahora, basta con entrar en una web o plataforma, darle al botón y… en menos de lo que se hace un paquete de palomitas en el microondas, estás disfrutando, donde quieras, de la peli, de una serie o cualquier otro contenido. Y lo mismo si querías escuchar una determinada canción, que esperabas ansioso a que la pincharan en la radio y ahora, en segundos, la tienes a tu alcance.
- Hace no muchos años, si necesitabas comprar según qué cosas debías desplazarte a la tienda o centro comercial (a veces incluso no estaba en tu lugar de residencia), buscar entre las opciones que allí hubiera y, si te convencía alguna, comprar. Ahora, desde el sofá, puedes entrar en muchas webs, escoger entre un abanico casi infinito de opciones y precios, y con un simple clic, comprar algo a cientos de kilómetros de tu casa, y sentarte a esperar a recibir el paquete en apenas unas horas o días.
Podría seguir poniendo muchos ejemplos.
Nuestros hijos apenas saben qué es un buzón de correos o una cabina telefónica (no sé dónde se cambiará Superman en las pelis actuales).
Seguramente, no tienen ni idea de qué es una enciclopedia (salvo si han visto un montón de libros enormes casi iguales en casa de sus abuelos).
Y, ni qué decir tiene de hablarles de salir por ahí sin poder estar localizable por si su amigo o amiga, por lo que sea, llega a tarde a la cita, o no puede acudir.
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Los avances tecnológicos, como todo, tienen sus pros y sus contras
Ojo, creo que todo eso es más que positivo. La tecnología es una maravilla, facilita mucho las cosas en prácticamente todo, excepto en el desarrollo de muchas áreas de nuestra mente:
- Cuando tenías que buscar información en una enciclopedia debías pensar, repasar el alfabeto, invertir un tiempo en leer la información, copiarla por escrito,… Y eso permitía activar muchas conexiones neuronales de nuestro cerebro.
- Cuando no sabías cómo llegar a un sitio (y no existía el GPS) debías orientarte en un mapa, preguntar a gente, interpretar indicaciones,… todo ello poniendo una extremada atención para lograr llegar al destino en el menor tiempo posible. Desarrollábamos áreas del cerebro muy relevantes y entrenábamos otras.
Sin embargo, los expertos coinciden en que lo que más ha cambiado en estos años respecto al comportamiento de nuestra sociedad es que, lo tenemos todo tan fácil y tan cómodo, que no sólo no ayuda a desarrollar todo nuestro potencial mental e intelectual, sino que estamos perdiendo la capacidad de aburrirnos. Y eso, es malo. Muy malo.
Cuando nos aburrimos, estamos a solas con nosotros mismos y nuestros pensamientos, reflexionando de nuestras cosas y sentimientos, se produce un crecimiento personal, un desarrollo, porque permitimos a nuestra mente descansar de ciertos tipos de estímulos, acciones y señales, y le dejamos espacio y energía para otros.
Ya no nos aburrimos apenas.
Ni siquiera nosotros, los adultos. ¿Recuerdas cuando estabas hace unos años, por ejemplo, esperando en una cola? Seguro que estabas observando el entorno, pensando en tus cosas. Ahora mismo, raro es el tiempo muerto que pasas así, sin tu teléfono móvil y las redes sociales.
Y eso mismo les pasa a tus hijos, mis hijos, mis alumnos… que, al mínimo tiempo ocioso que perciben, “desenfundan” su móvil más rápido que el pistolero más ágil del oeste americano.
El aburrimiento hará mejorar los resultados de tu hijo

Tenemos la obligación de aburrirnos, por nuestra salud mental.
Todos debemos aburrirnos, dejar descansar a nuestro cerebro de tal cantidad de actividad en forma de colores, imágenes, sonidos, iluminación artificial,…
Todos, pero los más jóvenes, más. Nuestra mente, en cierta medida, está formada y desarrollada. La suya no. El aburrimiento tiene grandes beneficios: desarrolla cognitivamente a los jóvenes, fomenta la creatividad y… reduce el riesgo de perder capacidad de atención.
No hablo sólo del riesgo a ciertas adicciones al móvil y todo lo que contiene, que lo hay, y muy serio, con consecuencias potencialmente muy graves.
Hablo de ser capaz de que nuestra mente aprenda a hacer cosas más que necesarias como concentrarse en una sola actividad.
Necesitamos:
- Erradicar la multitarea, algo para lo que nuestro cerebro no está preparado. Quien hace 2 cosas a la vez, es imposible que las haga todo lo bien que podría hacerlas por separado, somete a su cerebro a un estrés negativo y, posiblemente, le llevarán más tiempo que si las hiciera de una en una.
- Controlar los impulsos ante notificaciones no atendidas o llamadas no contestadas. Quien no tiene autocontrol en cosas tan simples, ¿crees que lo tendrá para otras más serias?, ¿crees que será capaz de soportar ciertos niveles de ansiedad?.
- No someter al cerebro a la cantidad de estímulos artificiales a la que lo hacemos en la actualidad a través de pantallas, imágenes y sonidos. Hay estudios que lo relacionan directamente con el desarrollo de síndromes como el TDAH, con problemas de la calidad del sueño, inestabilidad emocional y social,…
Repito, para ti, persona adulta, todo esto que estás leyendo también es válido. Pero para tu hija o hijo, es imprescindible.
Ni prohibir, ni eliminar. Basta con racionalizar el uso de la tecnología.
No, no hablo de que le obligues a eliminar la tecnología en general, ni los móviles en particular de su día a día. Hablo de limitarla, hablo de “obligarle” a aburrirse un poco cada día, al menos.
El aburrimiento hará mejorar los resultados de tu hijo.
Si quieres que use menos el móvil, empieza por usarlo menos tú.

Para empezar, lo primero que debes hacer es dar ejemplo. No vale escudarte en lo que acabo de decir de que tú tienes la mente desarrollada, y él/ella no.
Recuerdo a un alumno al que continuamente tenía que requisarle el móvil en clase, porque no era capaz de estar atento a la explicación, concentrarse en la tarea,… Se lo comenté a su madre, y me dijo que tenía toda la razón, que le intentaría hacer ver que tenía que usar menos el teléfono. Conozco personalmente a su madre, y no sé de nadie más activo en redes sociales que ella: compartiendo continuamente contenido, historias, mensajes,… (tanto que he limitado su contenido en las mías). ¿Qué creéis que pensaría ese chico, cuando su madre, totalmente enganchada al móvil, le dijera que usara menos el suyo?.
No impongas, explica. No cuestiones, ayuda.
Lo segundo que debes hacer, es pedagogía. Es decir, hablarle de todo lo que acabamos de leer, conversar a cerca del uso que le da al móvil, de intentar reducirlo un poco, limitándolo a unas determinadas horas del día o unos días a la semana.
Para ello debes tener en cuenta la diferencia de edad y de generación. Empatiza con lo que piense, aunque lo veas un disparate, y aprovecha tu mayor capacidad de raciocinio, tu mayor sentido común, para hacerle ver que es lo que debe hacer.
Date un tiempo, dale un tiempo. No podemos pasar de 100 a 0 de forma inmediata. Mejor a 90, luego 70,… y si, finalmente, acaba con un 50, mejor que seguir igual.
No es fácil, ni para ti, ni para tu hijo/a, pero merecerá la pena.
Si comienza a aburrirse más, y usar menos el móvil, seguro que sus resultados mejoran. Garantizado.
Si con todo ello no lo hace, quizás sí deberías tomar otras medidas, o consultar a alguien que pudiera ayudarte al respecto (si quieres, yo puedo ayudarte, sólo debes ponerte en contacto conmigo).
Si tienes alguna duda, estás en desacuerdo con algo, o quieres hacer cualquier comentario, te invito a hacerlo. Estaré encantado de conocer tu opinión a al respecto.
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